s/ titulo
Cuando venía saliendo del pozo tenía los ojos abiertos, los labios amoratados y la piel blanco invierno, palida solo como la muerte.
Y ella tambien palideció.
Se acercó un par de metros,
tan lento que parecía que algo le impidiese el paso,
hacia el cuerpo inerte que...
Nada más quiso tocarlo; solo tocarle...
extendió un dedo delgado de su mano famelica,
despacio,
muy despacio,
tanto que el tiempo en ese momento parecía desdibujarse,
hasta su maxima tensión,
como la ultima milesima,
retrasada desde hace millones de segundos.
Justo un milimetro antes de que lograra siquiera rozarle el niño estalló en una convulsión tal que por poco y provoca que le suelten de vuelta al pozo.
Ella retrocedió, como asustada.
El siguió tosiendo y vomitó;
un charquito de agua y una misteriosa monedita de oro.
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